Es curioso, como cuando menos te lo esperas vuelven a tu vida ciertas personas que un día pasaron por casualidad, y de la noche a la mañana se quedan para formar parte del presente. Últimamente tengo las emociones a flor de piel, y hay alguien que me está ayudando mucho a soportar las idas y venidas que rondan mi cabeza. Da igual que sea desde el barrio de Las Campas en la Vetusta de Clarín o desde el Natahoyo en la Gigia de Gaspar Melchor Jovellanos. Cuando alguien, desde el vacío cristalino de una sencilla copa de vino, es capaz de hacer sentir de esa manera, de hacer brotar su intelecto y las emociones hasta dimensiones que antes no había imaginado, entonces el resultado es completo,.. como caballos en la niebla,.. y salvaje.
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