sábado, 24 de diciembre de 2016

Voy a pasar el verano escribiendo sin parar (foregone)

Me encontraba de tarde nadando en la piscina, tras haber degustado entre amigos un suculento arroz negro cocinado a leña del que no quedó ni el socarrat. Recuerdo ver pasar a una madre y a su hija acercándose a escasos metros de mí, dejé de mirar, se escuchó entonces el grito de una voz femenina que quebraba la calma de aquella tarde: "- Hay miradas que matan",... y entonces se hizo un silencio molesto. La mujer y su hija enjuta que caminaba entallada en un bañador amarillo fosforito fijaron la vista durante unos diez segundos eternos en aquella chica rubia, la más atractiva entre la hierba, que tomaba el sol sentada en el borde de la piscina. No hubo respuesta por su parte. El sonido de los chapuzones se escuchaba de nuevo, mientras el sol comenzaba a ponerse al fondo. Miré al otro lado donde se percibía el horizonte y sobre el mar comenzaba a penetrar la sombra. Una de las mejores tardes del año, y sin duda alguna la más bizarra.

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