Países como Suecia, Suiza ó Japón cuyos ciudadanos, en pleno siglo XXI, están obligados a sentirse libres. Esta afirmación adquiere gran peso para cada uno de los oriundos de los lugares mencionados comparados con habitantes de otros países no tan desarrollados de nuestra época y con las "libertades" que existen en esos terceros países. Por otra parte, este alegato pierde bastante credibilidad si nos fijamos en ciertos mecanismos con los que nos topamos día a día, implantados por instituciones y gobiernos de países desarrollados, que para el ciudadano medio desembocan en la necesidad de tomar una decisión tan nimia como elegir entre el uso de dinero virtual pagando un peaje, o usar dinero físico, sin coste alguno, a cambio de tener que guardarlo en una caja de seguridad ó debajo de la cama.
Es curioso que desde los orígenes de los intereses por depósitos, ya en el siglo XII por parte de empresas familiares bancarias naturales de ciudades del norte de Italia, algo que al cliente (depositante) le reportaba una ligera rentabilidad, en un futuro cercano la misma operación le generará costes.
Como bien apunta mi querido Alfonso Estébanez, este maldito siglo es una cuestión de libertades.