lunes, 7 de diciembre de 2009

Sobre cobertura móvil

Leonard Cohen - 31Jul - León
Herman Dune- 1May - Vilagarcía de Arousa

Conozco a muy pocas personas cuerdas, es más, creo que en este instante no sería capaz de asegurar la plena cordura de ni una de esas personas cuerdas a las que conozco. 

En la sección de dulces del Hipercor no hay cobertura móvil. El estado de frustración que padezco, aunque pasajero, me carcome por dentro. Es tan horrible como encontrarse comprando una palmera de chocolate rellena de nata como sólo en el Hipercor las saben rellenar y no poder contarlo a alguien. Mi frustración aumenta aún más sólo de pensar que en el año 66, en un pequeño pueblo de California podían disfrutar de una palmera similar, seguramente sin nada que envidiar a las de hoy en día, y a continuación acudir a la actuación en vivo de los Beach Boys, sin tener que soportar los gritos histéricos de las adolescentes británicas y sin preocupación alguna en cuanto a telefonía móvil se refiere.

 

miércoles, 21 de octubre de 2009

Comprobar que ciertas cosas no cambian con el paso de los días no contribuye a disminuir el misantropismo intermitente que vengo padeciendo desde hace ya algún tiempo. Todo ello propicia que se exceda mi razón. No se quien la tiene mayor, la razón, si el tipo que va proclamando a voces la necesidad de matar a cincuenta ó aquel otro que gobierna pero no es capaz de sacar adelante a su pueblo. De los Premios Príncipe de Asturias y de su Fundación prefiero no hablar, quizás otro día, cuando me suba de nuevo la fiebre y el dolor se sienta menos. Quizás un año de estos den con el premiado correcto, quizás el año en el que lleven a cabo todo cuanto propugnan. Quizás una fundación con casi treinta años de historia no deba permitirse el lujo de tener a un presidente así,... http://www.elconfidencial.com/elconfidente/presidente-fundacion-principe-asturias-arremete-premios-nobel-20091015.html


Quizás no sea yo el más indicado para decir esto, pero en un mundo en el que todo el mundo dice y nadie hace, lo único que se me ocurre es que probablemente a Fernando Sánchez Dragó se le vaya la cabeza muy de vez en cuando, quizás casi tantas veces como a mi, pero parecía bastante lúcido cuando habló de los Premios Príncipe de Asturias, sólo le faltó decir que para batir un record, sobre todo en atletismo, los atletas siempre reservan una parte de su fuerza ó de lo que lleven dentro con el fin de poder llegar a batirlo una vez más. Al fin y al cabo también son humanos y como tal repletos de necesidades.




Como dice la canción. ¿puedo encontrar un lugar donde la vida crecerá
sobre ese signo que escribiste?

lunes, 24 de agosto de 2009

Es moralmente inaceptable no odiar a la humanidad después de cumplir con los requisitos sociales. Una fiesta es el mejor ejemplo para sacar argumentos odiosos. Las personas se bañan, echan encima perfumes y lociones cuya publicidad, por cierto, debería decir: “porque tu cuerpo apesta, usa este producto para disimular la inmundicia de tu condición humana”. Luego viene la terrible música que se aprestan a bailar en total cumplimiento de un ritual primitivo. Y ahí los miras, absortos ante el sonido de la música, encerrados en cuatro paredes, zapateando rítmicamente, sus pieles iluminadas por la luz intermitente de focos multicolores. Bailar, bailar porque sí, porque es divertido, porque los señores se satisfacen viendo los culos de las jóvenes, porque las señoras envidian los culos que ven sus maridos, porque cumplen con el deber de sentirse personas, porque es divertido que te suden las ingles, las nalgas si bailas mucho o no bailas nada, porque es divertido ir al baño cada 10 minutos para orinar las bebidas tomadas mecánicamente, porque es satisfactorio ligar con los demás, porque me siento realizado que vean mis estúpidas ropas almidonadas que por dentro empiezan a estar húmedas, porque me divierto inventando o imaginando historias eróticas de las parejas que veo a mi alrededor. Alguna vez me llegué a imaginar tomar un video personalizado a todas esas personas, tocar la puerta de sus casas y enseñarles lo grotesco que resulta su existencia, movimientos, poses que utilizan cuando bailan, coquetean, beben, fuman; que vean lo asqueroso de sus rostros brillosos, lo patético de sus carnes gelatinosas, lo falso de sus sonrisas, el maquillaje corrido, los pliegues arrugados de sus vestimentas, sobre todo en la parte de las nalgas. Pero entendí que la imagen del ser humano vista en la televisión no es repulsiva; antes bien, es admirada.

Para odiar el mundo hay que abrir bien los ojos en los lugares públicos. Mirar a las personas por detrás es entender la pequeñez del hombre: sus espaldas ciegas, los lóbulos torpes de las orejas, la nuca inútil, la cabeza ignorante de lo que pasa por la vida detrás suyo. Al menos los búhos no tienen ese problema. Pueden girar libremente su cabeza 180 grados y ver lo que les dice el mundo a sus espaldas.


martes, 23 de junio de 2009

Odio el Carnaval, la Semana Santa, la noche de San Juan, las Navidades y los festivales de música masificados. Recuerdo una noche de San Juan, hace ya algunos años, en la que salí con unos amigos a disfrutar de la hoguera en la Playa de San Lorenzo de Gijón, la gente estaba drogada, borracha y ensuciándolo todo, con contadas excepciones, por si alguna de ellas me está leyendo. Probablemente si hubiésemos optado por el lado opuesto de la costa nos habríamos encontrado con menos gente en otra hoguera similar, pero irían igual de drogados y borrachos. Paradójicamente las cosas que nunca me han gustado son las que me empiezan a hacer sentir bien, quizás es debido a que aún no las había probado en su justa medida. Ahora me encanta volar, en avión, física y mentalmente, (desde arriba se ve todo mejor, al menos con otra perspectiva) los espacios pequeños, cortarme el pelo y escuchar música folclórica popular. Como dice la canción,…

Lo que hicieron antes
se convierte en algo normal.
Ya no es excitante,
intentaremos algo más.



martes, 10 de febrero de 2009

A lo largo de mi vida he experimentado sensaciones dispares de todos los tipos y maneras, pero tan solo una serie muy reducida de personas han conseguido hacerme sentir bien, (que nadie se estremezca) sin ni siquiera llegar a tener contacto físico ó hablado con ellas. Sí, tan solo el pensar en esas personas, quizás debido a alguna vivencia pasada relacionada con ellas que ha sido estimulante para mí, puede llegar a producirme un efecto narcótico y estimulante a la vez. Parece ridículo pero a mi me consuela pensar en ello.

Lo que me parece aún más curioso es que hoy en día las dos personas que pueden conseguir tan magnífico logro se llaman de la misma forma. Hoy sólo hablaré de una de ellas. Quien hoy nos ocupa no hace malabarismos subido a ningún escenario, ni siquiera canta, es un tipo que se dedica a las finanzas y de vez en cuando imparte algún que otro curso sobre conceptos bancarios.

http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1261019